LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
EN LA ESPIRITUALIDAD FRANCISCANO-TRANSITIANA
Francisco de Asís en su encuentro
con el Cristo de San Damián, nos relata San Buenaventura: “Desde aquella hora
su corazón fue herido y se fundió en la memoria de la pasión del Señor”,
recorrerá las calles de los pueblos gritando a voces que “El amor no es amado”.
La herida del Corazón físico,
revela la herida de su amor. La pasión del Corazón de Jesús en el sentido
profundo que conmovió el corazón de Francisco, al punto de recibir los estigmas
en 1224.
Conforme a la espiritualidad de
su fundador, los primeros Franciscanos tuvieron una gran devoción a las cinco
heridas de Cristo, especialmente a la herida de su Costado.
Eso es muy claro en San
Buenaventura (1217-1274), que, en su devoción profunda de la Pasión, se hizo,
aún para nuestros días, un heraldo del misterio del Sagrado Corazón.
Su Itinerarium Mentis in Deum,
muestra cómo la única vía al Padre es un amor ardiente del crucificado, y este
amor se perfecciona en una comunión sincera de corazones.
El San Buenaventura afirma del
corazón de Jesús:
“El Corazón de nuestro Señor fue traspasado por una lanza para que por la
herida visible veamos la invisible herida de amor. La herida exterior del
Corazón muestra la herida de amor de su alma” (Vitis Mystica).
“Todo cristiano debe convertirse en el pregonero
Dios y gritar también como Jesús. Que todos se acerquen a beber la sangre y
agua del Corazón de Jesús.
¡Que bueno, que dulce es habitar en Tu Corazón, Oh Jesús! ¿Quién hay que no
desearía esta perla? Prefiero darlo todo, todos mis pensamientos, y todos los
afectos de mi alma por El, echando mi mente entera en el Corazón de mi buen
Jesús”. –
S. Buenaventura+1274, franciscano, doctor de la Iglesia, escribió del
Corazón de Jesús como “Fuente Viva”.
El Corazón físico de Jesús y su
Corazón en el sentido bíblico profundo se unen. El corazón herido se hace el
símbolo del amor herido de Jesús.
Santa Ángela de Foligno
(1248-1309) Aprendió a ser la gran confidente del Sagrado
Corazón de Jesús, “Un día en que yo contemplaba un crucifijo,
fui de repente penetrada de un amor tan ardiente hacia el Sagrado Corazón de
Jesús, que lo sentía en todos mis miembros. Produjo en mí ese sentimiento
delicioso el ver que el Salvador abrazaba mi alma con sus dos brazos
desclavados de la cruz. Pareció me también en la dulzura indecible de aquel
abrazo divino que mi alma entraba en el Corazón de Jesús.”
Otras veces se le aparecía el
Sagrado Corazón para invitarla a que acercase los labios a su costado y bebiese
de la sangre que de él manaba. Abrasada en este amor, experimentaba deseos de
padecer martirio por Cristo.
Santa Margarita de Cortona (1247-1297); es
considerada como una de las precursoras de la devoción al Sagrado Corazón.
En la oración le fue descubierta la llaga abierta del costado, refulgente de
luz.
La contemplativa fija en ella su ansiosa mirada y descubre al corazón, fuente
inagotable de vida.
San Pío de Pietrelcina, (1887-1968), «Terminada
la misa, me entretuve con Jesús para la acción de gracias. El Corazón de Jesús y el mío, permítame la
expresión, se fundieron. No eran ya dos corazones que latían, sino uno solo. Mi
corazón había desaparecido, como una gota de agua que se pierde en el mar. Jesús
era el paraíso, el rey. La alegría en mí era tan intensa y profunda que no era
capaz de más; las lágrimas más deliciosas me llenaban el rostro» (Epist.
I,273).
San Antonio de Padua, lo
relaciona con la humildad de Cristo y la humildad como virtud cristiana.
«El corazón se forma el primero entre
todos los miembros. El corazón simboliza la humildad, pues ella escoge en él su
principal morada.
Dice el Señor: Aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón (Mt 11,29).
La humildad entre las demás virtudes debe
formarse la primera, porque ella es la horma que da forma a las cosas
deformadas. Pues de ella nace el principio del movimiento del bien obrar entero
y tiene gran señorío entre las demás virtudes, «porque es la madre y raíz de
todas las virtudes».
Lo mismo que el corazón no puede
padecer dolor ni enfermedad, así la verdadera humildad no puede padecer dolerse
de las injurias que le han hecho, ni ponerse enferma por la prosperidad del
otro. Y esto es lógico, porque, si se corrompe la humildad, desaparece la
fábrica de las demás virtudes.
Señales iconográficas
El corazón de Jesús se representa
sobre todo en cinco diversos contextos altamente significativos:
- El corazón en la herida abierta
(es el dato bíblico primordial para contemplar).
- El corazón con una cruz
colocada encima (representando la obediencia de Jesús al Padre hasta la muerte
de cruz);
- El corazón envuelto en llamas (el
fuego es el símbolo del Espíritu Santo, dado en Pentecostés, y que invita al carácter
misionero del anuncio).
- El corazón coronado de espinas (estas espinas simbolizan los continuos
pecados del hombre y la necesidad de reparación de los mismos).
- El corazón del cual brotan sangre y agua (es el agua del bautismo y la sangre del sacrificio del cual nace la Eucaristía, fuente y culminación de la liturgia católica).
Otra representación bastante
conocida del corazón de Jesús, aun cuando es indirecta, consiste en un gran haz
de luz, que parte del pecho de Jesús bendiciente. Esta representación es típica
de la “misericordia” de Jesús,
El Papa Francisco nos dice: "mirar
con confianza al Sagrado Corazón de Jesús y a repetir con frecuencia,
especialmente durante este mes de junio: Jesús manso y humilde de corazón,
transforma nuestro corazón y enséñanos a amar a Dios y al prójimo con
generosidad".
Configurarnos al corazón de Jesús,
implica humildad, misericordia y perseverancia en el amor, en la oración y en
las buenas obras. El Corazón de Jesús no es una devoción piadosa para sentir
un poco de calor por dentro, no es una imagen tierna que despierta cariño,
no, no es eso.
Es un corazón apasionado, un corazón herido
por el amor, desgarrado por nosotros en la cruz. Jesús, el Dios con
nosotros, nos da esta fuerza, su Corazón da valor en la adversidad.
La fidelidad de Dios nos enseña a acoger la
vida como acontecimiento de su amor y nos permite testimoniar este amor a los
hermanos mediante un servicio humilde y manso, Es un itinerario que
invita nuestro corazón a estar más cerca del Corazón de Jesús, para configurarlo
con sus sentimientos, deseos y anhelos.
Nos invita a unirnos a la misión
que recibió del Padre. Ser amigos de Jesús, profundamente unidos a Él,
percibiendo sus alegrías y sufrimientos por el mundo, nos conduce a comprometernos
con El por los desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia.
«Aprended de mí, que soy humilde y manso de corazón».
Jesús era cercano, estaba entre la gente, cerca de la gente, cuando no estaba
con la gente, estaba con el Padre, rezando, tocaba, abrazaba, miraba a los
ojos, escuchaba, tenía compasión, dos rasgos de esta compasión: la mansedumbre
y gestos de ternura: “Dadle de comer”
El «camino del corazón» nos
ayuda pues a percibir los desafíos del mundo con los ojos de Jesús, para
movilizarnos cada mes, dóciles al Espíritu Santo, por la oración y el servicio.
Es así que este itinerario nos transforma cada día más como apóstoles de la
oración, discípulos misioneros, para una misión de compasión por el mundo.
La Beata María del Tránsito, como
fiel hija de San Francisco y de la Iglesia de Córdoba, que, en el sínodo
diocesano de 1877, había consagrado la Diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, el
primer viernes de enero de 1879, luego de fundar la Congragación de Hermanas
Terciarias Misioneras Franciscanas, la consagra su Instituto al Sagrado Corazón
y establece su veneración los primeros viernes de cada mes, tradición que hasta
nuestros días viven sus hijas y hermanas.
“Póngase en la llaga de su santísimo costado, todos los
días
y verá que de allí se sacan las fuerzas que necesitamos…”
Beata María del Tránsito