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domingo, 2 de julio de 2023

Evangeliz-Arte

 

LA DEVOCIÓN AL NIÑO JESÚS
 



Desde los comienzos del cristianismo encontramos obras que aluden al nacimiento de Cristo, en las que su madre María, aparece recostada en el pesebre, amantando al niño, o que, sentada  mientras lo muestra para la adoración de pastores y magos.

  Algunas, con la presencia de la mula y el buey, animales no mencionados en los evangelios, pero con un alto grado simbólico porque el buey por ser animal de carga representa al pueblo judío que ha cargado con el yugo de la ley, y la mula por ser considerado animal impuro en representación de los pueblos no judíos y en este caso ambos pueblos reconocen en el recién nacido al niño Dios como Salvador.

La representación plástica de la devoción al Niño Jesús, como la maternidad de su Madre Virgen, cobra popularidad en el siglo XII, con Francisco de Asís, que, enamorado de Jesús, quiere contemplarlo en la vulnerabilidad de su humanidad, en su abajamiento, despojo y pobreza, al recrear la imagen evangélica de su nacimiento, en la ciudad de Greccio, un 25 de diciembre de 1223, con personajes vivos para contemplar el misterio del Dios hecho hombre por amor al hombre, y es traída a América por los misioneros franciscanos.

Francisco de Asís, realizó una gran obra de evangelización con la simplicidad de aquel signo, supo reconocer que todo en su vida era un don gratuito del amor de Dios, Él no sólo recibió los dones divinos, sino que también eligió entregarlos, por lo que hoy, 800 años después, celebramos como Familia Franciscana esta invitación a vivir según la lógica del amor acogido, que se convierte en ofrenda y restitución.

De modo particular, el pesebre es una invitación a “sentir”, a “tocar” la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación, e implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz.
Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados.

La devoción al Niño Dios, relaciona este culto con el cuidado de los niños, la contención de sus emociones infantiles, en el contexto familiar, por tanto rápidamente proliferan las celebraciones destinadas a honrar al Niño Dios.

Se le considera un mediador entre los hombres y Dios Padre. Su imagen infantil ofrece una visión más cercana de la divinidad, su ternura, dulzura e inocencia invitan a acercarse a él con confianza.



Los fanales

El fanal es una pieza de origen colonial que consiste en una imagen tallada en madera policromada que representa al Niño Dios, estas imágenes las encontramos en diferentes posturas y, generalmente, acompañadas de pequeñas figurillas y elementos ornamentales dispuestos sobre una base de madera.

El conjunto está recubierto por una campana de vidrio soplado. Los fanales son objetos complejos, ya que en ellos podemos advertir, a parte de la figura central, un sinnúmero de elementos que otorgan una puesta en escena a la imagen del Niño Dios.

En la escuela Quiteña, se elaboraron en los siglos XVIII y XIX, de la que proceden la mayoría de sus figuras, utilizadas  como piezas devocionales.

La cúpula de vidrio, en  el fanal, es de fecha posterior, se importaba desde Francia y España durante el siglo XIX, junto con los variados elementos y figurillas se iban incorporando a lo largo del tiempo. Objetos de diversos materiales (piedra, cera, metales preciosos como el oro ola plata, nácar o cerámica).

Así se agregan flores que envuelven al Niño, joyas, crucifijos, meda­llas, estampas coloreadas, pájaros de cristal de Murano, juguetes de porcelana, etc. que refieren a prácticas íntimas y cotidianas con la imagen del Niño.

La cúpula de vidrio, demás de proteger la figura del Niño Jesús, contribuye, a configurar una especial división del espacio, "remarcando el adentro y el afuera, claramente.
Nos indica que los dos espacios son diferentes en sus valores: uno sagrado (adentro) y el otro profano (afuera).

Estas escul­turas contenidas en fanales, forman una unidad indisoluble junto a los elementos ofrendados, producto de acciones votivas y devocionales, se las denomina: figuras isabelinas: miniaturas de porcelana).
 las imágenes del Niño Dios despertaron en el nuevo mundo la piedad de grupos considerados socialmente inferiores: mujeres, niños, esclavos, negros e indios.

Dentro de la imaginería del Niño Jesús, existen diversas tipologías que prefiguran aspectos de su vida o bien, muestran un aspecto más cotidiano y humanizado, como el Niño de Belén, otras coronado como Rey, con los signos de la Pa­sión, como Maestro, como Juez, etc., se lo representa recostado destacando su humanidad, despiertos o dormidos, en pequeñas camas o cunas.



La primera noticia del culto al Niño Dios en la ciudad de Córdoba del Tucumán, Argentina, procede de la orden de la Compañía de Jesús. En 1600 se asienta en su iglesia matriz la Cofradía urbana indígena bajo el patronazgo del Niño Jesús.

El estableci­miento de cofradías de indios, mulatos o negros bajo el patronazgo del Niño en iglesias americanas era una práctica habitual de la orden.
Mediante la ima­gen de Cristo Niño la orden buscaba promover una identificación empática de este grupo social, la imagen del divino infante por su fragilidad y necesidad de amparo despertando un sentimiento piadoso en estos grupos.

La identificación con la imagen del Niño, despertaba en las mujeres sentimientos de maternal protección, en los niños la cercanía del Dios niño, en los negros, los esclavos y los indios la humildad y desprotección y pobreza, que compartirían con el hijo de Dios ya que había nacido pobre como ellos.

La elaboración de fanales de tradición andaluza fue introducida en Córdoba a partir de 1612 con la fundación del convento de Santa Catalina. Estas labores eran parte de la formación de las monjas, como prácticas que buscaban fortalecer la templanza y las virtudes del género en función de propiciar la elevación espiritual mediante la vida en comunidad.
 

Un modelo humano de divinidad que podían venerar cotidianamente en la clausura volcando sus sentimientos maternales sublimados. Mientras que para las niñas educandas esta imagen habría formado parte de su pedagogía en tanto modelo ejemplificador de las conductas maternales y femeninas.

 

BIBLIOGRAFIA

http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-321249.html




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